lunes, 16 de junio de 2008

Quiero un novio alto y un i-pod nano




Estos dos dignos ciudadanos son ex-estudiantes de la prestigiosa Universidad, en mayúsculas, de Yale. Aúnque no coincidieron en curso, si coincidieron en las fechas y lugar de destino de su beca erasmus. Allí se conocieron y empezaron una maravillosa relación que les hizo dejar sus estudios y dormir en el salón. Ahora conviven, y a pesar del olor a frito que desprende uno de los dos, no diré cual por miedo a represalias, son felices.

Cambian las sábanas cada dia.

3 comentarios:

Dani Alarcón dijo...

Ahhh,,,que bonita historia de amor croquetil.Espero que sean bien aceptados por la sociedad,lo saben sus respectivos padres?

Pompilio Filardi dijo...

Esta historia de amor es un refrito de otras historias de amor, aún no conocen a sus respectivas croquetas, pero no podran oculter mucho tiempo más su bonita historia de amol.

Anónimo dijo...

La croquetafilia es un tema tabú en muchas sociedades "modernas" pero si todos empezamos a abrir nuestras mentes, los croquetofílicos llegaremos a ser ciudadanos de primera, con plenos derechos.

Además hay que decir que muchas croquetas son muy coquetas y salen por allí provocando, por lo que pronto se mezclarán completamente en todos los estratos de la sociedad; ya ha pasado con los hijos mulatos de la pareja Jamón, la de Bacalao...

Libertad para las masas (de croquetas)!!!